Por las manos de Alfonso Castillero han pasado y siguen pasando innumerables chavales que aspiran a ser toreros. Muchos de esos becerristas y novilleros que han ido desfilando por su casa han llegado incluso a alcanzar la alternativa. Todos ellos lo buscaban persiguiendo su atención, pidiendo ese consejo que sólo algunos profesionales saben dar, de esa vuelta de tuerca tan importante y llena de matices para conseguir una técnica indispensable y necesaria a la hora de enfrentarse a un animal bravo.
Por todos conocido en el ámbito taurino cordobés, Alfonso Castillero fue novillero allá por los años sesenta presentándose en el recordado coso de Los Tejares y debutando con picadores en Cabra. Unos años más tarde cambió el terno de luces por la plata y posteriormente desarrolló su trabajo desde el callejón como mozo de espadas. En los 90 hizo sus pinitos como empresario taurino montando festejos con una plaza portátil por diferentes ferias. Sirva esta breve semblanza de Alfonso Castillero para presentar a nuestro invitado de uno de nuestros entrenamiento y con quien pudimos aprender muchos aspectos técnicos.
Una de las peculiaridades de todo gran maestro es el de aplicar sus conocimientos sabiendo quién es la persona o la personalidad a quien instruir, enseñar o aconsejar. Por eso Alfonso incidió en cada uno de los aficionados prácticos según el "sello" particular de los que allí vamos a aprender.
Atento a cada uno de los aficionados prácticos fue corrigiendo aquellos detalles que iba detectando, convirtiendo la clase de toreo de salón en una auténtica clase particular a cada uno de los presentes.
Le estamos muy agradecidos por acceder amablemente a la invitación que le propusimos y por habernos posibilitado una tarde de aprendizaje tan original como la que disfrutamos.
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