jueves, 29 de marzo de 2012

Brindis por la ilusión

De las diferentes versiones existentes sobre el origen de la palabra brindis, todas ellas muy interesantes,  me quedaré en este caso con la de origen alemán que significa: yo te lo ofrezco. Siempre se han dedicado libros, poemas…, pero con el paso del tiempo se empezaron a dedicar canciones por la radio, e incluso “levantás” en Semana Santa. Hoy día en que se ofrecen o se dedican tantas cosas, premios, “Oscars”, “Goyas”, hasta goles se llegan a dedicar…, no se asombren si les digo que yo no quisiera ser menos pretendiendo dedicar estas líneas de este blog a mis compañeros de ilusión, a mis queridos aficionados prácticos.

Si dijera que son puntuales a la cita mentiría, porque ninguno llega tarde, pero tampoco a su hora, todos llegan un rato antes. Ese detalle, que a simple vista podría parecer una tontería, un “pego” como se dice aquí en mi tierra, sin embargo no lo es. Para mí ese detalle tiene una lectura muy significativa: están deseosos cada martes a que llegue la hora para empezar las clases; pero aún diría más, acaban la clase y ya están deseando que llegue el martes siguiente. A mí, esta ilusión que tienen estos compañeros y amigos por disfrutar aprendiendo lo que el maestro nos enseña, los secretos que nos desvela y el placentero veneno que nos inocula, me hace a su vez contagiarme aún más con mi propia ilusión y mi más que suficiente dosis de veneno.

Vaya por delante aclarar que nuestra afición a este bonito mundo de los toros es simplemente eso: afición, ganas por conocer y por qué no, aunque sea con una becerra vivir la sensación y la experiencia de llegar a sentir el toreo. Nosotros no queremos ser toreros, no pretendemos ni podemos serlo, eso es una cosa muy seria y a la que tenemos mucho respeto. En estas pocas sesiones hemos aprendido muchas cosas, pero además nos han enseñado a tener respeto a los profesionales, tanto al torero como al hombre, y lo que significa ponerse un traje de luces. Un profesional se viste de luces y es un torero, rebosa elegancia y el oro de su bordado brilla y da esplendor; otro que no lo sea, se pone el mismo “vestío” y más bien parece un personaje de tebeo, ridículo y un auténtico chuflón. Cada cosa en su sitio.

Como he dicho ya, llevamos pocas clases de toreo de salón, pero es agradable ver en los compañeros los cambios en su evolución. Cada uno de nosotros comenzábamos con unos conocimientos diferentes, algunos teníamos una cierta idea y otros remota o incluso nula. Pues pasaron los días y es gratificante comprobar, sobre todo por el esfuerzo, la paciencia y el tiempo que nos dedica nuestro maestro, que todos y cada uno de nosotros hemos experimentado un cambio y hemos ido perfeccionando. Aún nos queda todo por aprender, pero como dice Chamanieto, poco a poco, que esto es muy largo y todos los días se aprenden cosas.

Algunos pensarán que estamos locos, que perdemos el tiempo, que a estas alturas qué demonios hacemos aprendiendo a torear… Que piensen lo que quieran, me da igual lo que puedan opinar, todos saben criticar. Para mí y mis compañeros esta experiencia nos va a servir bastante, y se la recomiendo a todos los aficionados porque conseguiremos ser mejores aficionados, más entendidos. Yo cada vez lo tengo más claro y así lo he podido personalmente comprobar. Cada vez que ocupemos una localidad en el tendido, observaremos muchos detalles hasta ahora imperceptibles, analizaremos y valoraremos en más justa medida lo que ahí abajo en el ruedo se está desarrollando. La fiesta nos lo agradecerá.

Hay mucha gente que cree que sabe algo o mucho de toros, sin embargo mis compañeros y yo pensamos y creemos que… pronto necesitaremos una dosis más fuerte.

Juanma aprendiendo a interpretar una chicuelina.
 A Juan se le vislumbra cierto "pellizco".
Juanma rematando con una revolera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario